14 agosto 2006

Sobre la complejidad del Yo

“Esta manera de ser trajo como consecuencia que yo ocultase mis placeres; cuando llegué a los años de reflexión y empecé a mirar en torno mío y a hacer balance de mis progresos y de mi situación en la sociedad, me había habituado ya a una profunda duplicidad en el vivir. Muchos hombres se habrían incluso jactado de la clase de desórdenes de que yo era culpable; pero, desde las alturas ideológicas en que yo me había encaramado, los miraba y los escondía con un sentimiento casi de vergüenza. Fue, pues, la índole exagerada de mis aspiraciones, más que el hecho de que mis faltas fuesen especialmente degradantes, lo que me hizo tal cual soy y lo que dividió con una trinchera más profunda aún que en la mayoría de los hombres las dos zonas del bien y del mal que dividen y confunden en una la naturaleza dualista del ser humano. Mi situación me llevó a meditar de una manera profunda y constante en esa dura ley de la vida que se encuentra en la raíz de toda religión y que constituye una de las más abundantes fuentes de dolor. Aunque era tan arraigada mi costumbre de jugar a dos barajas, jamás fui hipócrita en ningún sentido; yo era sincero en los dos aspectos de mi vida; era tan yo mismo cuando daba de lado toda moderación y me revolcaba en el fango como cuanto trabajaba a la luz del día por difundir los conocimientos o por aliviar el sufrimiento y los pesares. Y sucedió que los estudios científicos mismos, que estaban encaminados hacia lo místico y lo trascendental, arrojaron una intensa luz sobre la conciencia que yo tenía de la guerra permanente que sostenían las dos partes de mi yo. De esta manera me fui acercando todos los días, y desde ambos extremos de mi inteligencia, a la verdad cuyo parcial descubrimiento me ha arrastrado a un naufragio tan espantoso: que el hombre no es realmente uno, sino dos. Y digo dos, porque al punto que han llegado mis conocimientos no puede pasar de esa cifra. Otros me seguirán, otros vendrán que me dejarán atrás en ese mismo camino: y me arriesgo a barruntar que acabará por descubrirse que el hombre es una simple comunidad organizada de personalidades independientes, contradictorias y variadas. En cuanto a mí, debido a la naturaleza de mi vida, avanzaba infaliblemente en una dirección única y tan sólo en una. Estudiando el lado moral en mi propia persona, si en verdad se podía afirmar que yo era una y otra de las dos naturalezas que luchaban entre sí en el campo de mi conciencia, esto ocurría precisamente porque estaba identificado de un modo radical con las dos; desde una época temprana, aun antes de que el curso de mis descubrimientos científicos empezase a dejarme entrever la clara posibilidad de semejante milagro, había aprendido a recrearme como si soñara despierto, con el pensamiento de la separación de ambos elementos.”

De Robert Louis Stevenson en El extraordinario caso del doctor Jekyll y Mr. Hyde.

1 comentario:

Anónimo dijo...

POR ESO CREO QUE UNA PERSONA NO DEBE REPRIMIR SUS DESEOS...