04 enero 2011

He aquí el hombre

“Mi conclusión es, en una palabra, que no solo los grandes hombres, sino aquellos que se elevan, por poco que sea, por encima del nivel medio, y que son capaces de decir algo nuevo, son, por naturaleza, e, incluso, inevitablemente, criminales. Si no lo fueran, les sería difícil salir de la rutina. No quieren permanecer en ella, y yo creo que no lo deben hacer (…) Los hombres pueden dividirse, en general y de acuerdo con el orden de la misma naturaleza, en dos categorías: una inferior, la de los individuos ordinarios, es decir, el rebaño cuya única misión es reproducir seres semejantes a ellos, y otra superior, la de los verdaderos hombres, que se complacen en dejar oír en su medio ‘palabras nuevas’. La primera categoría se compone de hombres conservadores, prudentes, que viven en la obediencia, porque ésta obediencia los encanta. Y a mí me parece que están obligados a obedecer, pues éste es su papel en la vida y ellos no ven nada humillante en desempeñarlo. En la segunda categoría, todos faltan a las leyes, o, por lo menos, todos tienden a violarlas por todos sus medios. Naturalmente, los crímenes cometidos por estos últimos son relativos y diversos. En la mayoría de los casos, estos hombres reclaman, con distintas fórmulas, la destrucción del orden establecido, en provecho de un mundo mejor. Y, para conseguir el triunfo de sus ideas, pasan si es preciso sobre montones de cadáveres y ríos de sangre. Mi opinión es que pueden permitirse obrar así; pero..., que quede esto bien claro..., teniendo en cuenta la clase e importancia de sus ideas (…) Los hombres de la primera categoría son dueños del presente; los de la segunda del porvenir. Las dos tienen su razón de existir. En una palabra, yo creo que todos tienen los mismos derechos. Vive donc la guerre éternelle..., hasta la Nueva Jerusalén, entiéndase.”


De Fedor Dostoievski en Crimen y Castigo. El dibujo es "Retrato de un hombre extraordinario" por el Conejo.




4 comentarios:

Anónimo dijo...

[...] En los arcos que al vértigo trasmiten
Los latidos del corazón que escucha

Marina Agra dijo...

"Somos nuestros propios demonios, nos expulsamos de nuestro paraíso"... "Te amo como es preciso amar, en la desesperación".

Anónimo dijo...

Entonces también somos nuestros propios ángeles.



¿Bailamos?

allpamanta09 dijo...

Mi fé es tu mirada.