-No te apures tanto: tenés más tiempo del que creés. Lo que estás viendo no es lo que está pasando, exactamente; es la imagen, menos el tiempo que tarda en viajar. ¿No has oído de esas estrellas que uno ve, y se han apagado hace muchísimo? Es lo mismo: la luz tarda en llegar…
-¡Pero Horacio, eso pasa con las estrellas que están a millones de kilómetros!
-Pasa en todas partes, hasta aquí entre vos y yo –estaban a medio metro uno del otro. Cuanto más cerca estás, menor es la diferencia entre lo que pasa y lo que se ve, pero la diferencia sigue estando.
-¿Cuánto puede tardar la imagen de la calle hasta acá? Una fracción de segundo.
-Es muy poco, de acuerdo. Pero es. Y te sorprendería saber cómo se nota. Es increíble lo que se puede hacer en muy poco tiempo, cuando uno sabe lo que quiere hacer, cuando se pone a hacerlo con decisión. Yo saco mucha ventaja de ese pequeño lapso. A veces me asomo por aquí, veo llegar el camión del sodero, y no hay nadie abajo para abrirle la puerta, los veo empezar a descargar los cajones (viste qué apurados están siempre), entonces bajo, y cuando salgo a la vereda, el camión está llegando…
-¡Qué exagerado sos! –se rió Mario. –Esperá un poco… ¿No debería ser al revés? ¿Cómo vas a ver la imagen antes de que se produzca? ¡La ves después! Los soderos se cansaron de esperarte, siguieron con el reparto, y cuando vos bajás están de vuelta…
-No. La imagen atrasada la ves mirando para arriba, por ejemplo a las estrellas. Mirando para abajo la ves adelantada.
-No puede ser.
-Sí puede. Yo me manejo así, y me da resultado.
-¡Pero Horacio, eso pasa con las estrellas que están a millones de kilómetros!
-Pasa en todas partes, hasta aquí entre vos y yo –estaban a medio metro uno del otro. Cuanto más cerca estás, menor es la diferencia entre lo que pasa y lo que se ve, pero la diferencia sigue estando.
-¿Cuánto puede tardar la imagen de la calle hasta acá? Una fracción de segundo.
-Es muy poco, de acuerdo. Pero es. Y te sorprendería saber cómo se nota. Es increíble lo que se puede hacer en muy poco tiempo, cuando uno sabe lo que quiere hacer, cuando se pone a hacerlo con decisión. Yo saco mucha ventaja de ese pequeño lapso. A veces me asomo por aquí, veo llegar el camión del sodero, y no hay nadie abajo para abrirle la puerta, los veo empezar a descargar los cajones (viste qué apurados están siempre), entonces bajo, y cuando salgo a la vereda, el camión está llegando…
-¡Qué exagerado sos! –se rió Mario. –Esperá un poco… ¿No debería ser al revés? ¿Cómo vas a ver la imagen antes de que se produzca? ¡La ves después! Los soderos se cansaron de esperarte, siguieron con el reparto, y cuando vos bajás están de vuelta…
-No. La imagen atrasada la ves mirando para arriba, por ejemplo a las estrellas. Mirando para abajo la ves adelantada.
-No puede ser.
-Sí puede. Yo me manejo así, y me da resultado.
De modo que era así como se las arreglaba Horacio con el tiempo. Cada cual tiene su pequeño o gran método, y todos viven. De ahí debía de venir la prodigiosa seguridad en sí mismo de este gordo fanfarrón. Si él se lo creía, no iba a ser Mario el que lo sacara de su ilusión, porque todos, quien más quien menos, debían vivir sobre alguna ficción equivalente.
De César Aira en El sueño.
2 comentarios:
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Viejo roble del camino
tus hojas siempre se agitan algo
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