30 septiembre 2006

Sobre lo incompleto de la expresión

Alguien se para frente a Composición en rojo, amarillo y azul (de Mondrian) y sentencia: ‘se trata de una nueva ordenación geométrica del mundo en contra de la irracionalidad destructora de la primera guerra mundial’. En cambio, otro (podría ser yo), un ignorante en neoplasticismo, sólo ve rayas horizontales y verticales, simpáticos cuadritos de colores o un simple diseño de papel de regalo. ¿Acaso no entiende la obra? ¿O no captó el sentido que el autor quiso darle? En general, las interpretaciones o críticas de una obra de arte siempre resultan algo ridículas. Porque, ¿cuán posible es juzgar el sentido de una obra? ¿Una pintura de este tipo, una escena surrealista, una metáfora de Baudelaire, tienen significados determinados? ¿Tienen sentido alguno? Lo que es cuestionable es la medida en que una interpretación (subjetiva y luego consensuada) puede captar el sentido que el autor quiso imprimirle a la obra. Es que existe un alto grado de indeterminación y espontaneidad del artista a la hora de crear. Los pintores, por caso, avanzan y retroceden. Pintan y vuelven a pintar sobre lo pintado, dudan. No saben del todo lo que quieren y no conocen el sentido de la obra hasta que la mano se lo revela. Como tanto músico y tanto poeta han creado sus más grandes obras sin tener la menor conciencia de ello. Entonces, si ni siquiera es del todo posible para el artista proyectar el sentido de una obra, que siempre es creada en un marco contingente e imprevisible, ¿cómo puede una interpretación presumir de haber dado con su significado? Esa ridiculez de la que hablaba consiste en que el análisis siempre va más allá (o más acá), siempre hay una sobre-interpretación o una sub-interpretación: éste nunca puede ser completo porque la expresión del artista no lo es. Si siempre hay un exceso o un defecto de la obra sobre las intenciones deliberadas de su autor, ¿cómo no haberlos en los comentarios que de ella se hacen? Y en definitiva, ¿hace falta ‘entender’, para disfrutar?

2 comentarios:

Federico Parapar dijo...

Todo juego tiene sus reglas. Conocerlas permite jugarlo mejor, conocer mayores posibilidades. Sin embargo, lo más divertido de todo, como en la vida, es romper las reglas de tanto en tanto.
Si es posible entender, que se entienda. Pero siempre, que se disfrute. Sino para que entender.
¿Que querés? ¿Tener razón o ser felíz?

Anónimo dijo...

Mi profesor de Historia del Arte del año pasado dijo, al pasar, que el arte era un lenguaje y, como tal, había que decodificarlo. En ese momento pensé en mi incapacidad de comunicarme muchas veces con una obra, ya sea por no compartir signos, o por desconocer las reglas que median esa comunicación. Me siento una escéptica del arte, creo que hay mucho snobismo, mucho "qué interesante" y acomodo de anteojos. Pero, también puedo encontrarme apreciando y sorprendiéndome frente a una obra pictórica.
De todas formas, creo que es innegable que en muchas ocasiones lo que diferencia a un gran artista de mí, por ejemplo, es que a él le pagan por sus creaciones y las mías terminarían, con mucha suerte, en la puerta de la heladera de casa.
Saludos.

Pd: llegué a tu blog por una cordial invitación que recibí vía youtube.