¿Coser los bordes de la herida, debo? ¿Puedo?
¿Es debido? ¿He podido?
Suturarla doliente ya, doliéndome,
rastreramente husmeando como un perro
oh señor, a sus pies -oh señor
con esa pierna atada, amputada, anestesiada, doblada pierna
¿O estoy? ¿Ando? metiendo los estiletes en el muslo
para que arda
para que mane
haciéndole volcar lechoso polvo en la enramada
ampliándola, estirándola
No me hagas caso, Morenito, no lo hagas
así, tan prominente y espantosa la herida lo que hiende
la penetración del verdugo durante el acto del suplicio
durante la hora del dolor, del calor
de la sofocación de los gemidos
impotente como potente bajo esa masa de tejidos
arbitrarios como bandidos
asaetados por los chirridos
¿Quiero pues? ¿deseo, pues? ¿después?
¿Debo chupar? ¿mamar?
de ese otro seno herido, desangrado
con la pierna cortada
con la daga en la nalga
ah caminar así,
rauda cual ráfaga
montañas de basura mágicas y luminosas
¿ser lúcida? ¿ahora, hoy?
tumbada cual yegua borracha
cual chancha echada
cual vaca animal, animal
No me hagas caso, Morenito.
Fragmentos de Herida pierna de Néstor Perlongher.
3 comentarios:
¿Qué sería de la vida del deber...
... si no conociera a su guardián, a su guardián el deseo?
Deseo
Sólo tu corazón caliente,
Y nada más.
Mi paraíso, un campo
Sin ruiseñor
Ni liras,
Con un río discreto
Y una fuentecilla.
Sin la espuela del viento
Sobre la fronda,
Ni la estrella que quiere
Ser hoja.
Una enorme luz
Que fuera
Luciérnaga
De otra,
En un campo de
Miradas rotas.
Un reposo claro
Y allí nuestros besos,
Lunares sonoros
Del eco,
Se abrirían muy lejos.
Y tu corazón caliente,
Nada más.
Celebro la vuelta de Viernes de poesía. Un beso, Santiago.
Tiendo a pensar que si no puede sanar ya no duele tanto.
¿Hay más?
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