Cuatro jóvenes caminan. Piensan en voz alta. Que si el mundo que estamos obligados a aceptar es falso, y nada es verdadero, entonces, todo es posible. Callejeando, sin rumbo, reflexionan. Que el confort no será nunca confortable para aquellos que buscan lo que no está en el mercado. Necesariamente ociosos, fantasean que la sociedad es un fraude y que ellos van a echar gasolina ahí donde haya fuego. Que todos nuestros deseos oprimidos bla deben emerger para que quede demostrado blabla el contraste entre lo que la vida presente es y lo que podría ser blablabla. El chitchateo se interrumpe cuando se cruzan con un viejo trepado a un poste de luz. ¡Hey! ¿Qué hace ahí arriba? No estoy seguro, responde el viejo. ¿Necesita ayuda para bajar, señor? No lo creo. Viejo idiota, murmura uno de los jóvenes. No está peor que nosotros, medita otro. El es acción y nada de teoría. Y nosotros somos teoría, sin acciones. Habitan el mundo, sí, los que, como el simpático viejo, no gustan de pensar las cosas. No quieren pen(s)ar más, capaz. Hombres inmediatos. Espontáneos puros. No dudan ni se hacen preguntas. No sienten la necesidad de volver la mirada sobre sí mismos. No precisan que sus acciones estén justificadas racionalmente. Renuncian voluntariamente a la fastidiosa tarea de pensar. Son, viven, en un estado de inocencia que los acerca al fucking australopitecus y los aleja de lo humano. En un mundo donde todo tiene que tener una limitante productiva, también están aquellos que, como estos jóvenes (como yo a veces, claro), caminan ociosos y piensan un pensamiento que ahí se queda. Gasto improductivo. Caminar sin destino puede ser considerado un acto burgués o ineficaz, o bien un mundano acto de resistencia. Lo cierto es que estos jóvenes no hacen nada con su teoría. No transforman nada. No los moviliza, ella, hacia ningún lado. Pensar los paraliza. Ahora no puede decirse que la razón es la única facultad susceptible de alcanzar la verdad. Pero pensar es esencial en el hombre. Sacrificar al pensamiento, en virtud de una espontaneidad que se pretende verdad o naturalidad, es una elección peligrosa. Y un poco triste. Ser humano requiere salir un poco de la inmediatez, del plano de la inocencia. Requiere sumarle al ser un poco de conciencia de ser. Debiera el hombre (¿no será mucho?) cuestionar los fundamentos de sus ideas, sistemáticamente. Pensar, re-pensar, dudar de lo primero que se le ocurre cuando piensa, pensar-se, sersupropiotábano, preguntarse, dar-se res-puestas, posicionar las cosas ahí donde van, dar lugar a la posibilidad de los contrarios, negarse, negar las ideas (siempre hay dentro de nosotros un algo que combate a otro algo), porque en las ideas que no se niegan a sí mismas faltan la seriedad, el dolor, la paciencia y el trabajo de lo negativo (¡Y tengo tantas ganas de citar! –como un cheto ilustrado lo haría). Se puede emerger de este pantano, movilizados. Se puede alcanzar pensamientos elaborados (¡simples!) y luminosos a la salida de este túnel necesariamente oscuro y complejo. Porque igual de peligroso, y triste, que no pensar es embotellarse en el pensamiento.
7 comentarios:
"No quiero ser hombre de la forma en que se supone que debo serlo."
definitvamente no lo sos...
beso!
God Bless U finally, CD.
Saludos
;)
Y entonces? Propones algo? Vos cómo transformas? Jugarse cabe? Y los sentimientos que?
què pasa Anonimo 1
no entendi el mensaje
o .....capaz no te explicaste bien
Saludos
;)
cuando decía 'me está absorviendo el arte, la locura y la oscuridad'... me refería a este embotellamiento, precisamente. por supuesto que desde este momento espero un haz de luz que me ayude a descongestionar.
tic
tac
tic
tac
tic
tac
No voy a dejar de hablarle sólo porque no me esté escuchando. Me gusta escucharme a mí mismo. Es uno de mis mayores placeres. A menudo mantengo largas conversaciones conmigo mismo, y soy tan inteligente que a veces no entiendo ni una palabra de lo que digo. O.W.
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