16 diciembre 2008

Un té con magdalenas

“Hacía ya muchos años que no existía para mí de Combray más que el escenario y el drama del momento de acostarme, cuando un día de invierno, al volver a casa, mi madre, viendo que yo tenía frío, me propuso que tomara, en contra de mi costumbre, una taza de té. Primero dije que no; pero luego, sin saber por qué, volví de mi acuerdo. Mandó mi madre por uno de esos bollos, cortos y abultados, que llaman magdalenas, que parece que tienen por molde una valva de concha de peregrino. Y muy pronto, abrumado por el triste día que había pasado y por la perspectiva de otro tan melancólico por venir, me llevé a los labios unas cucharadas de té en el que había echado un trozo de magdalena. Pero en el mismo instante en que aquel trago, con las miga del bollo, tocó mi paladar, me estremecí, fija mi atención en algo extraordinario que ocurría en mi interior. Un placer delicioso me invadió, me aisló, sin noción de lo que lo causaba. Y él me convirtió las vicisitudes de la vida en indiferentes, sus desastres en inofensivos y su brevedad en ilusoria, todo del mismo modo que opera el amor, llenándose de una esencia preciosa; pero, mejor dicho, esa esencia no es que estuviera en mí, es que era yo mismo. Dejé de sentirme mediocre, contingente y mortal. ¿De dónde podría venirme aquella alegría tan fuerte? Me daba cuenta de que iba unida al sabor del té y del bollo, pero le excedía en, mucho, y no debía de ser de la misma naturaleza. ¿De dónde venía y qué significaba? ¿Cómo llegar a aprehenderlo? Bebo un segundo trago, que no me dice más que el primero; luego un tercero, que ya me dice un poco menos. Ya es hora de pararse, parece que la virtud del brebaje va aminorándose. Ya se ve claro que la verdad que yo busco no está en él, sino en mí. El brebaje la despertó, pero no sabe cuál es y lo único que puede hacer es repetir indefinidamente, pero cada vez con menos intensidad, ese testimonio que no sé interpretar y que quiero volver a pedirle dentro de un instante y encontrar intacto a mi disposición para llegar a una aclaración decisiva. Dejo la taza y me vuelvo hacia mi alma. Ella es la que tiene que dar con la verdad. ¿Pero cómo? Grave incertidumbre ésta, cuando el alma se siente superada por sí misma, cuando ella, la que busca, es juntamente el país oscuro por donde ha de buscar, sin que le sirva para nada su bagaje. ¿Buscar? No sólo buscar, crear (…) En cuanto reconocí el sabor del pedazo de magdalena mojado en tilo que mi tía me daba (aunque todavía no había descubierto y tardaría mucho en averiguar porqué ese recuerdo me daba tanta dicha), la vieja casa gris con fachada a la calle, donde estaba su cuarto, vino como una decoración de teatro a ajustarse al pabelloncito del jardín que detrás de la fábrica principal se había construido para mis padres, y en donde estaba ese truncado lienzo de casa que yo únicamente recordaba hasta entonces; y con la casa vino el pueblo, desde la hora matinal hasta la vespertina, y en todo tiempo, la plaza, adonde me mandaban antes de almorzar, y las calles por donde iba a hacer recados, y los caminos que seguíamos cuando había buen tiempo. Y como ese entretenimiento de los japoneses que meten en un cacharro de porcelana pedacitos de papel, al parecer, informes, que en cuanto se mojan empiezan a estirarse, a tomar forma, a colorearse y a distinguirse, convirtiéndose en flores, en casas, en personajes consistentes y cognoscibles, así ahora todas las flores de nuestro jardín y las del parque del señor Swann y las ninfeas del Vivonne y las buenas gentes del pueblo y sus viviendas chiquitas y la iglesia y Combray entero y sus alrededores, todo eso, pueblo y jardines, que va tomando forma y consistencia, sale de mi taza de té.”

De Marcel Proust en En busca del tiempo perdido.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Y esto es increible. Pero no tanto menos que haber leido ayer una cita de Aquél cuento de Borges que para mi, era de él claro, porque resulta que al re leerlo, escuche su voz. Nuevamente. Y justo en el aniversario del fallecimiento de su muerte (y como extrañandote abuelo Gago estoy). Pero, por fortuna decía, para mi, solo es Rey aquel que puede morir (y dejemos la sed y el hambre para adentro o afuera de la cita porque es lo de menos, pero por algo, supongo quedo afuera)Decia, Aquél que sabe (mejor dicho) morir, pudiendo vencer a la muerte. (¡Y es que cómo te recorde ayer Gago! Porque al fin, dudé sin necesitar saber si estabas o no, porque por fortuna claro, ayer... ayer pude escucharte.) Pero también es increíble esto último. Porque resulta que cuando nacio mi hijo, fue Tanto pero Tanto que yo solo y sola claro (y es que la convocatoria...y dale) podía pensar: Dios mío, no puedo darle ni un te (porque era TANTO verlo ahi, porque es tanto y porque cada vez es mas...)Y nose si se entiende mi manera de amar a ese ser. Y es que no me importa que se entienda porque leí esto y fue como aquella vez: rodeada de una (ajena claro) desesperación muda por comunicarme (...) con él (desesperación que habia invadido cada pañal, cada ropita y hasta cada uno de los siete chupetes que le había comprado (para que pueda él elegir claro))de golpe ocurrio el milagro... Escuche una vez más una voz. La de una nurse esta vez, que tenía a mi hijito en sus brazos y con la voz más dulce del mundo le cantaba una canción que de golpe (y cómo no duele a veces también) me resulto familiar. Observe la escena, me entregue a esa voz, repose en cada letra y escuche ¨detenidamnete¨ su canto; canto que me devolvía (5 cuadras después) la metáfora de Aquella que hoy sólo recuerdo. Entonces esa canción, tan dulce como aquella voz, paso de ser una ingenua (y hasta tonta porque no)canción para convertirse en una metáfora (ya en mi) tan simple como inigualable. Y fue ahi, y casi a los pies de ese himno que pude enunciar: ¨Me lo pasarías? Es que lo quiero tener a upa¨

Y entonces canto como para adentro viste? Mientras te re leo.

Estamos invitados a tomar el té,
la tetera es de porcelana
pero no se ve,
yo no se por qué.

La leche tiene frío
y la abrigaré,
le pondré un sobretodo mío
largo hasta los pies,
yo no sé por qué.

Cuidado cuando beban,
se les va a caer
la nariz dentro de la taza
y eso no está bien,
yo no sé por qué.

Detrás de una tostada
se escondió la miel,
la manteca muy enojada
la retó en inglés,
yo no sé por qué.

Mañana se lo llevan preso
a un coronel
por pinchar a la mermelada
con un alfiler,
yo no sé por qué.

Parece que el azúcar
siempre negra fue
y de un susto se puso blanca
tal como la ven,
yo no sé por qué.

Un plato timorato
se casó anteayer,
a su esposa la cafetera
la trata de usted,
yo no sé por qué.

Los pobres coladores
tienen mucha sed
porque el agua se les escapa
cada dos por tres,
yo no sé por qué.

Y es que mi hijito saborea Magdalenas sin quedar por fortuna capturado (al menos demasiado) en el relleno, pero sí en el contenido de lo que él ahi decida evocar cada vez claro, para intentar ver (pudiendo o no) qué es lo que hay ahí adentro.

Y como hacés que me desnude vos eh! Y es que la verdad dice en mi, dice ´por mi´ cada vez que lo decide, cada vez que me determina, dejandome paradita en el medio del paraiso del equívoco. Y por eso, como es Tanto yo una vez más nose cómo. Claro. Nose cómo. Y esto, nose (ja), publicalo, suprimilo o sencillamente...quedatélo. Como quieras Santi! Para mi...es lo de menos viste?

MQDLV dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

Te dejo mi taza. Sólo para vos. También te daría magdalenas, con todos los rellenos. Y la escencia, ya está adentro tuyo. Para siempre...
Esta chica de la que hablamos la última tarde, colega mía, me emociona. Es muy intensa.
Me gustó encontrarte.

Ale dijo...

Varios grosos comentarios...

El primero... CAS definitivamente las mujeres te aman.

El segundo es para este anónimo que se anima a decir algo... Seguí haciendo lo que estas haciendo... definitivamente es lo que mejor sabes hacer... (Firma: De un sujeto amante a otro sujeto amante!)

Anónimo dijo...

No respondería nuevamente si no fuera porque justamente hoy, Sujeto Amante, entré casi por primera vez a tu blog y leí los tres artículos sobre esta teoría de la cual sólo sabés el nombre. A vos te parece decir eso? Con todo lo que se conversó en esas mesas!

Y sí digo cosas, muchas cosas le dije... y ojalá las siga escuchando y sintiendo cada día.

Ale dijo...

Si mal no recuerdo, jamás te deje hablar del tema, siempre tapando e interrumpiendo por lo que creía haber interpretado.

Igualmente no puedo evitar reconocer a quien le debo mi mejor ensayo... es por eso que jamás dude en agradecerte cuando llegue el momento adecuado.

Y vamos a la última línea, mi querida sujeto amante...

"Seguí diciendo cosas, que cada vez que hablamos nosotros (los sujetos amantes), los objetos tiemblan."

Después de revivir estos buenos viejos momentos, solo me resta decirte... Hasta la próxima!

A.C. dijo...

Cada vez se siente menos?
eso es algo que yo no me permito... es cuestion de aprender a reinventarse tantas veces como sea necesario.
Jugarse todo, perderlo todo y volver a jugar, pero sin mirar lo que quedo en el camino. Y si el alma se siente superada por si misma, habra que jugarse hasta el alma...

A.C. dijo...

Y vos que miras???
nunca viste a una gotita de sol temblando???
veni nene...no te quedes ahi temblando solo...

Anónimo dijo...

Ay Carola...te leo y me es inevitable recordar. Es que finalmente advierto que aquella canción que te cante, llego a buen puerto. Este chico hizo las veces de puente, pero el merito de la rememoración es tuyo. Te arroje esa canción cual ficha de rompecabezas y me quedandome solo con la esperanza de que a tu tiempo (y gracias por venir) esa ficha ahi, en vos, se acomode. Y claro que leerte hace las veces de sanción y es ella misma la que nos anoticia de que aquel tiempo entre la emisión y lo que me devolvés, fue tan solo, el tiempo que te era necesario(dejando asi de ser perdido al menos por un rato porque claro que al tiempo aún sabiendolo finito se lo pierde( al fin!)cada vez y es que el desequilibrio viste...) Pero necesario para que? Claro. A mi también me desperto el 212 viste? Es un colectivo ponele también que ni vos ni yo sabe si quiera si existe y por ello al fin podemos...imaginarlo. No sabemos si tiene un trayecto, pero podemos advertir ilusas, que ha de tener un recorrido. Si tuviera que ser de algun color, sería verde, rojo y...blanco claro. Y sin escudos. Desprovisto. Es algo asi te diría que como aquella miga de Magdalena. Aquella que en sí misma tiene la potencia, pero ha de pasar al acto (porque claro que la convocatoria viste y dale) al ser humedecida por un té. En la mezcla de escencias (y en la desmezla posterior diría más) radica el milagro (del encuentro en el desencuentro ya claro Jacques, te estoy escuchando (puse la Ce!)). Creemos al principio (y somos ahí profundamente religiosos)que todo es por aquella miga y ahi nos convertimos claro, en María Magdalena. Pero claro que la posibilidad de un nuevo acto siempre esta ahi y por advenir y entonces cuando finalmente si ese té ahí humedece, es la miga misma (casi desarmada ya al estar humedecida) la que nos sanciona esta vez que las preguntas y las respuestas acerca de donde van cada ficha del rompecabezas, estan finalmente en Cada Uno. Esas preguntas acerca de qué, de dónde, de cómo, de cuándo ponele, se analogan supongo (simpre añoro en realidad) a la pregunta acerca de qué soy ahi para el Otro?, encontrándonos claro (una vez que milagrosamente caemos en ese puerto de visita) con la pregunta primordial: aquella que pugna en su insistencia para espiar algo (como toda pregunta)acerca del Nombre Propio. Ya en ese punto o en este como quieras, supongo que ese Nombre en esa instancia podra, finalmente ser, aquel que nos queramos poner cada vez...

Té dejo en mis palabras los mismos brazos que recibieron a tu hijo al nacer.

Brindando por tus canciones

Mary y sus vainillas.




P.D: Ja! Pará. Que caigo al fin en la cuenta nomás...: te escribo desde el COMAFI Santi! Podés creer?