En sus continuas exploraciones y construcciones creativas, en sus búsquedas de Algo (la mayúscula no es un error), en sus persecuciones (está bueno de vez en cuando refrescar por qué este lugar se llama como se llama) los artistas no siempre dan con obras del gusto de los receptores -no digo que les importe, son pocos los que crean en función del gusto de su ‘público’. Yo siempre tuve esta misma sensación: cuando una producción artística al fin me gusta, cuando siento que el artista ha llegado a su máxima expresión y que no es posible que me atraiga aún más, me invade la melancolía.
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