En Juan 13:21 se relata el momento en el que Jesús anuncia que uno de sus Apóstoles lo traicionará. Esta escena fue representada por Leonardo Da Vinci en La última cena, considerada por muchos estudiosos e historiadores del arte como la mejor pintura del mundo. Por eso creo que no hay que dejar pasar la oportunidad de apreciarla en alta definición: pocas obras pictóricas se acercan a este tipo de detalle y composición.
Mateo Bandello, que observaba a Leonardo pintar la obra, cuenta que “llegaba bastante temprano, se subía al andamio y se ponía a trabajar. A veces permanecía sin soltar el pincel desde el alba hasta la caída de la tarde, pintando sin cesar y olvidándose de comer y beber. Otras veces no tocaba el pincel durante dos, tres o cuatro días, pero se pasaba varias horas delante de la obra, con los brazos cruzados, examinando y sopesando, en silencio, las figuras. También recuerdo que en cierta ocasión, a mediodía, cuando el sol estaba en su cenit, abandonó con premura la Corte Vecchia, donde estaba trabajando en su soberbio caballo de barro, y, sin cuidarse de buscar la sombra, vino directamente al convento, se encaramó al andamio, cogió el pincel, dio una o dos pinceladas y se fue.”
Una construcción infinita cuyo placer no está en el remate sino en la reiteración exploradora
01 noviembre 2007
En verdad, en verdad os digo: que uno de vosotros me entregará
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