Bobby jugaba todo el tiempo en clase con el tablero de bolsillo y las piezas de ajedrez que su madre le había comprado en la tienda del barrio. Cansado ya, un profesor obligó al “niño imposible” a guardar el juego. El superdotado Bobby hizo caso de la orden pero comenzó a desarrollar la capacidad de jugar sin ver las piezas, a la ciega. A los 13 años Bobby ya jugaba múltiples partidas simultáneas y le ganaba a grandes maestros. Con una imaginación prodigiosa y un coeficiente intelectual de 184, muy superior al de Einstein, Robert James Fischer se transformó en el mejor ajedrecista de todos los tiempos. Excéntrico, desequilibrado, paranoico, antisemita, rebelde, misógino, Bobby es, además, un sádico, que disfruta demorando la derrota del rival pero que, cuando pierde, llora. En 1972, en plena guerra fría, jugó ‘la partida del siglo’ contra el ruso Boris Spassky. Se quejó de las cámaras de televisión, de la iluminación, de la mesa, de las sillas y del contraste de los cuadros del tablero. Tras perder la primer partida y no presentarse a la segunda, molesto con los supuestos ruidos de las cámaras de tv, dio una cátedra de ajedrez para adjudicarse el campeonato del mundo y convertirse en el primer y único norteamericano en lograr la hazaña y quebrar la hegemonía rusa. Los rusos llegaron a sospechar que Bobby hipnotizó a su rival. Tableros y libros de ajedrez se agotaron en Estados Unidos y otros países de occidente. Luego de ganar el título, Fischer despareció de la vida pública hasta regresar a escena recién en 1992 para participar en un torneo en Yugoslavia. Belgrado estaba bajo el bloqueo del gobierno de los Estados Unidos y su acción fue considerada como un acto de traición. Fue puesto en la lista de fugitivos del FBI y de la CIA. Entonces Bobby, tras ganar el torneo, desapareció nuevamente. Eventualmente, concedió entrevistas radiales en las que no ocultó el desprecio por su país natal, al punto de alegrarse por el ataque a las torres gemelas y desear que Estados Unidos desparezca del mapa. En 2004 fue arrestado en un aeropuerto japonés pero, antes de ser deportado a su país, consiguió asilo político del gobierno Islandés. Hoy descansa en Reykjavik, si es posible que una mente como la de Bobby logre descansar en algún sitio.
Fragmento de la entrevista realizada a Bobby Fischer para la revista Start (1971):
“Soy un especialista. Juego al ajedrez. Eso es una cosa seria. Otra cosa no la se, pero todo cuanto se, lo domino a fondo. Lo que necesito es mucho descanso y una buena iluminación. En especial, no soporto ningún ruido, pues me distraen en mi trabajo profesional de calcular y combinar. Soy meramente un hombre, pero un hombre extraordinario (...) Me gusta el momento cuando quiebro el ego de un hombre. Discuto ser llamado un genio del ajedrez, porque me considero un genio completo que se manifiesta al jugar. No importa dónde esté ni lo que haga. Mi subconsciente produce nuevas ideas sin cesar (...) El ajedrez es vida. Mi mundo es el tablero blanco y negro del ajedrez. En mis jugadas hay que ver movimiento y al mismo tiempo arte; quien no consigue verlo me da lástima.”
Rivales y maestros opinan de Bobby:
“Genios como Beethoven, Leonardo da Vinci, Shakespeare y Fischer salieron de la cabeza de Zeus, parecen genéticamente programados, saben antes de ser instruidos” (John Collins).
“Es difícil jugar contra la teoría de Einstein” (Mikhail Tahl).
“Yo lo veo a Bobby Fischer como una combinación mitológica, un centauro, una síntesis entre el hombre y el ajedrez” (Garry Kasparov).
“Sabía que iba a perder. Incluso cuando iba ganando una partida sabía que perdería con Bobby” (Andrew Soltis).
Fragmento de la entrevista realizada a Bobby Fischer para la revista Start (1971):
“Soy un especialista. Juego al ajedrez. Eso es una cosa seria. Otra cosa no la se, pero todo cuanto se, lo domino a fondo. Lo que necesito es mucho descanso y una buena iluminación. En especial, no soporto ningún ruido, pues me distraen en mi trabajo profesional de calcular y combinar. Soy meramente un hombre, pero un hombre extraordinario (...) Me gusta el momento cuando quiebro el ego de un hombre. Discuto ser llamado un genio del ajedrez, porque me considero un genio completo que se manifiesta al jugar. No importa dónde esté ni lo que haga. Mi subconsciente produce nuevas ideas sin cesar (...) El ajedrez es vida. Mi mundo es el tablero blanco y negro del ajedrez. En mis jugadas hay que ver movimiento y al mismo tiempo arte; quien no consigue verlo me da lástima.”
Rivales y maestros opinan de Bobby:
“Genios como Beethoven, Leonardo da Vinci, Shakespeare y Fischer salieron de la cabeza de Zeus, parecen genéticamente programados, saben antes de ser instruidos” (John Collins).
“Es difícil jugar contra la teoría de Einstein” (Mikhail Tahl).
“Yo lo veo a Bobby Fischer como una combinación mitológica, un centauro, una síntesis entre el hombre y el ajedrez” (Garry Kasparov).
“Sabía que iba a perder. Incluso cuando iba ganando una partida sabía que perdería con Bobby” (Andrew Soltis).
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